UN PRODIGIO HABITUAL
Levanto los brazos lentamente y así nomás se dirigió hacia el cielo.
Y voló como lo hacen las palomas, Era una tarde apacible y era enero
La gente se quedó muda, alelada, observando el prodigioso vuelo,
no podían comprender que sucedía y lo miraban, absortos, desde el suelo.
Voló un instante y suavemente se detuvo a mirarlos a todos desde un techo.
El arduo trajinar de cada día, la ansiedad de la gente, sus desvelos
Sonó con fuerza el viejo campanario y las farolas de pronto se encendieron.
El nunca imaginó que algo tan simple pudiera ocasionar tanto revuelo.
“Pero amigos –exclamó - es tan sencillo que cualquiera si quiere puede hacerlo,
solo hay que pensar que si se puede y lo demás viene solo sin quererlo”
Lo que nadie sabía es que este extraño, era un poeta, un poeta en serio,
y los poetas solo tienen ilusiones y fantasías que alientan su cerebro.
Y pueden realizar las cosas locas que nadie se atreve y, de hecho,
Conoce colores que no existen y perfumes que aroman los desiertos.
Y el amor, ese amor que aviva el alma, como signo cabal y tan certero,
porque vive en un mundo donde se ama con el amor más puro y más sincero.
“Porque en las cosas tontas de la vida no se merece que se pierda el tiempo.
Si los corceles galopan con las nubes y las princesas despiertan de sus sueños,
¿Como el hombre que es todo poderoso?, Que tiene lo más grande: el pensamiento.
Solo tiene que elevar los brazos, soñar que vuela, cerrar los ojos y elevarse al cielo”
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